genero inmundicia, insana...
pesadillas caminantes de pieses transeùntes,
la misma que te atropella cada vez que brota un sol...
y el calor...
y es ese calor guardado en el bolsillo izquierdo,
no roto, NO ROTO...
humeANTE oscuro y plateado,
y hediondo a calzoncillo...
manos sudadas cuando repaso tu papel,
y un modelo neoliberal me mira,
me provoca, te provoca y te mira,
y se piensa,
30 y tantos grados de sensaciòn tèrmica,
que serìa rico estar en traje de baño!!!
y sigo generando inmundicia insana
a cada paso que doy,
cada vez que respiro,
cada vez que sudo.
me dan ganas de balear mi cuerpo
y dejarme morir,
AHÌ, TIRADO, DELANTE DE TÌ...
y generar el respeto que se merece
el volver a nacer.
1 comentario:
La ciudad está llena de rincones, espacio -el rincón- aquello que constituye el fondo de la apariencia, apariencia que en una presencia inmediata llamamos ciudad. Absorbemos entonces sólo su superficie cuando del rincón hacemos sólo una consecuencia o un complemento en segundo orden. Y llamamos ciudad a aquello que es tan obvio como el formato de una gigantografía a un borde de una calle. La ciudad es más que eso, pero no es claro apreciarlo porque sus rincones no lo son (y no lo serán tampoco en la medida de la mirada pasajera). La ciudad la construye el ser humano, y lo hace sobre más de dos dimensiones. La ciudad la constituye la gente, con sus propios rincones y con sus propias superficies iluminadas. La ciudad no está construida con ideas , aunque ellas sean sí los ejes de sus formas. La ciudad está echa de obras, actos. Y es en esta medida en que el rincón brinda su intervención amable y generosa al todo. La ciudad puede ser bella (si es que no lo es), pero hay que mirarla no con la estética de las gigantografías ni con la de un cuadro televisivo, sino con el ojo simple y rico del habitante. La cuidad está construida por personas, y yo soy una de ellas.
Saludos.
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